El Barroco se
caracteriza por lo siguiente:
-Pesimismo:
El Renacimiento no consiguió su propósito de imponer la armonía y la
perfección en el mundo, tal y como pretendían los humanistas, ni había
hecho más feliz al hombre; las guerras y las desigualdades sociales seguían
estando presentes; el dolor y las calamidades eran comunes en toda Europa.
Se instala un pesimismo intelectual, cada vez más acentuado, unido al carácter
desenfadado de que dan testimonio las comedias de aquella época y las
truhanerías en que se basan las novelas picarescas.
-Desengaño:
Como los ideales renacentistas fracasaron y, en el caso de España, el poder
político estaba desvaneciéndose, el desengaño continúa y surge en la
literatura, que en muchos casos recuerda a la de dos siglos antes, con la Danza
de la Muerte o las Coplas a la muerte de su padre de Manrique.
Quevedo dice que la vida está formada por «sucesiones de difunto»: en ellas se
van convirtiendo los nacidos, desde los pañales hasta la mortaja con la que se
cubren los cuerpos exánimes. En conclusión, nada tiene importancia, sólo hay
que conseguir la salvación eterna.
-Preocupación
por el paso del tiempo.
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